La iniciativa emprendedora crece y se sitúa en el 5,7%.

La importancia de la labor de los emprendedores es cada vez más reconocida en la sociedad. Además, esta apuesta por la creación de empresas ha venido fomentado por la falta de salidas profesionales y por un cambio de mentalidad general importado desde los países anglosajones, donde el gusto por el trabajo por cuenta propia no es algo nuevo.

En este contexto, ayer se dieron a conocer las primeras conclusiones del informe de la red Global entrepreneurship monitor 2015 (GEM) –con el Banco Santander y la Fundación Rafael del Pino como colaboradores–, el cual ofrece una radiografía de la actividad emprendedora mundial. Para ello, establece tres niveles de desarrollo económico impulsados por factores de producción tradicional, eficiencia e innovación.

Uno de los principales datos que se extraen del estudio es que la tasa de actividad emprendedora española (TEA, por sus siglas en inglés) se ha incrementado un 0,2 por ciento en nuestro país en el último año, alcanzando el 5,7 por ciento. Sin embargo, esta cifra todavía nos deja muy por debajo del 7,8 por ciento de la media europea.  Por otro lado, el GEM pone de manifiesto que el 73,5 por ciento delas iniciativas emprendedoras en nuestro país vienen motivadas por oportunidades del mercado. Un dato positivo y que refleja que los jóvenes, perfil medio de quienes lanzan estos proyectos, están encontrando nichos de negocio.

Además de contar con la opinión de los propios emprendedores, el informe recoge las voces de expertos que evalúan el contexto nacional en el que los nuevos empresarios tienen que desenvolverse. En el caso concreto de España, y aunque se pone de valor la importancia de las iniciativas gubernamentales –que evalúan con una puntuación de cuatro sobre nueve–, la falta de coordinación les impide ser eficientes. La misma nota dan los expertos al aspecto financiero y a los programas públicos para emprendedores. Por el contrario, otorgan una nota de 3,8 a los impuestos y burocracia.

Un dato relevante es que, en el caso de infraestructuras físicas, España se sitúa en penúltimo lugar, con un 5,1, sólo por delante de Portugal.



(Fuente el economista)