El MAB y el MARF se postulan como alternativa al banco para las pymes.

La financiación en las empresas está cambiando. Si antes, a excepción de las grandes cotizadas, los bancos eran la llave que permitía acceder a la liquidez, compañías medianas encuentran ahora otras opciones materializadas en los mercados alternativos, tanto bursátil (MAB) como de renta fija (MARF). La posibilidad de cotizar en el MAB se convierte en real para compañías con un mínimo de 10 millones en ventas y ebitdas de entre uno y dos millones. Es importante tener buenas perspectivas de crecimiento. 

El MARF, por el contrario, está pensado para empresas algo más grandes, pues exige que las compañías dispongan de un rating de al menos DD y la financiación mínima ascienda a unos 25 millones de euros. La distribución de la financiación invertirá su tendencia y se asemejará a la americana, es decir, un 70% de la misma procederá de la emisión de bonos corporativos y solo un 30% de los préstamos bancarios. 

Tanto el MARF como el MAB son mercados jóvenes que todavía necesitan desarrollarse. En el caso del MAB, las facilidades que los auditores concedían a estas empresas más pequeñas se tradujeron en escándalos como el de Gowex. Ahora el MAB avanza hacia un mayor control que siga permitiendo que compañías medianas asuman los costes. Las empresas tienen que hacer un ejercicio de transparencia y darse a conocer a los inversores. Esto, junto con el control más estricto que se está llevando a cabo, dota de mayor credibilidad al mercado y lo hace más atractivo para que tanto firmas como inversores apuesten por él.



(Fuente Cinco Días)